El consumo de esteroides anabolizantes se ha vuelto cada vez más popular gracias a las redes sociales. Han surgido cientos de cuentas en redes de culturistas que hablan sin tapujos del consumo de esteroides.
Los médicos alertan sobre las consecuencias de su consumo para la salud y el aumento del riesgo de mortalidad.
Sentado en una silla alta de gamer, vestido con una camiseta blanca que marca la forma de su musculatura, habla mirando a la cámara. El título del vídeo subido a YouTube: «Mi ciclo de química completo. 12 Semanas». En la parte inferior izquierda de la pantalla, un código de descuento con la compra de SARM, un químico inyectable empleado para aumentar la masa muscular. En la parte inferior derecha, su cuenta de Instagram, donde tiene casi 50.000 seguidores.
«Como digo siempre, esto no es ni recomendación, ni apología, ni fomento nada, simplemente os cuento mi experiencia para que la conozcáis», cuenta el protagonista del vídeo, que procede a relatar las sustancias que ha consumido en su último ciclo de química: Testosterona, trembolona, oxandrolona, primobolan, proviron, omega 3, tudca, estenabolic, tamoxifeno, telmisartan, yohimbina, dimetilamilamina…
La mayoría de estos nombres hacen referencia a esteroides anabolizantes, versiones sintéticas (artificiales) de la testosterona, la principal hormona sexual masculina, producida por los testículos. Algunos por vía oral y otros inyectados. El resto son protectores para el hígado, quemadores de grasa, estimulantes, medicamentos para la disfunción eréctil e incluso uno contra el cáncer de mama.
Todo ello forma parte de un «ciclo», los periodos de administración de todas estas sustancias -duran dos o tres meses y su precio ronda los 400 o 500 euros-, lo que lleva al apelativo habitual de los hipermusculados consumidores de esteroides: ciclados.
«Lo que dice el chico del vídeo es que acaba el ciclo y lo que hace es un mantenimiento. En vez de hacerse un postciclo para limpiarse lo que hace es seguir usando testosterona, pero en el momento en el que deje de usarlo no va a tener testosterona en el cuerpo porque ya no lo va a producir él», explica Ariel, un consumidor de esteroides durante década y media que prefiere esconderse bajo un alias. «Después, lo que dice es que va a volver a hacer un volumen en el que va a usar más testosterona y que además va a meter hormona de crecimiento, así que es un chico que, a lo mejor, en un par de añitos ya no está con nosotros».
El riesgo de los esteroides anabólicos, la droga que consumía el culturista muerto Illia Golem
No existen muchos estudios confiables sobre la cantidad de usuarios de esteroides anabolizantes –un metanálisis publicado en 2014 con datos de 271 estudios indicaba una prevalencia total del 3,3% entre deportistas de toda naturaleza (6,4% en hombres y 1,6% en mujeres)-, pero cada vez existe más conocimiento sobre las consecuencias de su uso para la salud.
Sus principales efectos secundarios se relacionan con enfermedades cardiovasculares, hepáticas, hipogonadismo -incapacidad para generar testosterona de forma natural-, ginecomastia -aumento de las glándulas mamarias- e incluso psiquiátricas, con síntomas como irritabilidad, agresividad, depresión y pérdida de libido. El uso de estas sustancias también está vinculado con fallecimientos tempranos, según varios estudios y, en los últimos meses, se han sucedido las noticias de muertes de famosos influencers y culturistas profesionales que hablaban abiertamente de su uso de esteroides anabolizantes.
«A largo plazo, existe el doble de riesgo de mortalidad de las personas que consumen esteroides anabólicos que los que no lo hacen, según un reciente estudio«, declara Antelm Pujol, médico, él mismo apasionado del fitness y divulgador científico muy activo en la crítica al consumo de estas sustancias. «Sin embargo, a corto plazo, los efectos secundarios muchas veces no duelen. Aumentar el riesgo cardiovascular, solo tiene consecuencias a largo plazo, igual que los efectos que pueden provocar estas sustancias en el sistema nervioso o los desajustes hormonales, porque recordemos que cuando nosotros administramos testosterona desde fuera, el cuerpo deja de producirla».
De ocultarlo a publicarlo en redes sociales
Ariel tiene ahora 38 años y se apuntó al gimnasio por primera vez cuando tenía 22, obsesionado por el cuerpo de Edwan Norton en la película de 1998, American History X. Era un chico deportista, pero delgado y poco musculado. «Empiezas a entrenar, empiezas a coger un poquito más de peso, ves que vas evolucionando, te vas desarrollando, pero ves a otro tipo de personas en el gimnasio que llevan un desarrollo muy, muy, muy superior», recuerda ahora, con 38 años y con un largo bagaje en el uso de esteroides.
Tras meses probando por ensayo y error con suplementos muy habituales entre los usuarios de gimnasios como la proteína en polvo, la creatina o la glutamina, el cuerpo de esos otros compañeros de gimnasio seguía siendo un objetivo inalcanzable. Un día, escuchó la palabra “ciclado” por primera vez.
El efecto de los anabolizantes en el hígado para aumentar la masa muscular a toda costa
«Primero, en vez de acercarte al mazado en concreto te acercas un poco al entorno, o sea no le preguntas: ‘Oye, ¿tú por qué estás así?’ Porque en la mayoría de los casos y sobre todo en esa época estaba muy oculto. Era algo como ‘bueno, esto que no se sepa'», declara Ariel. «Ahora ya no hay ningún tapujo, los chavales los usan como si fueran golosinas sin conocer el riesgo».
Ese cambio de mentalidad no se ha producido solo en los gimnasios. La esfera virtual ha visto nacer en los últimos años a una miríada de influencers del culturismo que hablan sin esconderse del consumo de esteroides a sus miles de seguidores. Tiendas online con sus respectivas cuentas en redes sociales permiten la compra de esteroides como si se tratara de productos perfectamente legales.
Claro que hubo una época en la que el acceso a estos químicos era aún más sencilla, tan fácil como ir a una farmacia y pedirlos. «Éramos cuatro locos los que consumíamos esteroides, algún farmacéutico que sabía un poquito te decía que con receta, pero la mayoría de las farmacias te los vendía», recuerda Alberto Garrido, un exculturista que encadenó ciclos durante 20 años hasta que un fallo hepático estuvo a punto de hacerle perder la vida. Ahora, a sus 50 años, ha consagrado su vida a tratar de concienciar sobre el riesgo de estas sustancias.
«Se están haciendo de oro prescribiendo este tipo de medicamentos a chavales sin tener ni idea y dentro de cinco, 10 o 15 años se van a ver lamentablemente las consecuencias»
«Yo tuve mi primer contacto con los esteroides a los 16 años. Conseguí casi 12 kg de masa muscular, aumento de la fuerza, sensación de libido, aumento bienestar, euforia… y para un chaval de 18 años con problemas de bullying, de repente, verse con un cuerpo así, pues te puedes imaginar. Las chicas se empiezan a fijar en ti, la gente que te pegaba quieren ser tus amigos, te cambia completamente la vida», declara Garrido sobre su vida antes de sufrir la insuficiencia renal que le obligó a cambiarlo todo a los 35 años. Los cuatro años siguientes, su cuerpo fue incapaz de producir testosterona y estuvo sumido en una depresión y una absoluta falta de deseo sexual.
«Yo recuerdo que las dosis eran bastante moderadas, la gente le tenía bastante miedo», relata Garrido sobre su época como consumidor de esteroides. «Hemos pasado de eso a una prácticamente normalización del uso de la química. Han salido un montón de gurús y de expertos en redes sociales que se están haciendo de oro prescribiendo este tipo de medicamentos a chavales sin tener ni idea y dentro de cinco, 10 o 15 años se van a ver lamentablemente las consecuencias».
Nuevo negocio para las mafias del narcotráfico
Hacer un pedido de esteroides anabolizantes es, sorprendemente, tan sencillo como hacer cualquier compra online a pesar de ser sustancias cuya venta por esta vía es ilegal. En el mejor de los casos, se trata de medicamentos de farmacia cuya venta sin receta está prohibida y, en el peor, de sustancias fabricadas en laboratorios clandestinos que se comercializan en webs con apariencia de farmacias legales.
«En los últimos tres años hemos cerrado al menos siete laboratorios de este tipo en España», declaran fuentes de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (Udev) de la Policía Nacional. «Es muy fácil crear una página web, si buscas anabolizantes te salen un millón y pico de resultados y, si te cierran esa página web, en 20 minutos puedes crear la misma página web. Realmente es ponerle puertas al campo. La investigación en internet se hace y se desarticula, pero lo efectivo es desarticular la organización criminal, o sea, estar en la calle e ir directamente a la fábrica».
La pasada semana, agentes de la Policía Nacional interceptaron 150 kilogramos de esteroides anabolizantes que llegaron a España procedentes de países del Este de Europa. Muchas de las organizaciones criminales dedicadas a la fabricación y distribución de estas sustancias han reconvertido su negocio desde el narcotráfico, debido a las menores consecuencias penales que tiene el tráfico de medicamentos.
La pena de cárcel por el tráfico de medicamentos asciende a tres años, que puede verse agravada por otros delitos como la organización criminal o blanqueo de capitales. Es, en cualquier caso, muy inferior al tiempo en prisión que puede pasar alguien condenado por tráfico de drogas como la cocaína o el Mdma que pueden ascender a seis años o a 12 con pertenencia a organización criminal.
«Cada vez las cantidades de anabolizantes que llegan son mayores y hay más grupos criminales dedicados a esto»
«Algunas veces entran por Portugal, otras veces te vienen de Italia, de Bulgaria…a veces incluso utilizan las mismas vías del narcotráfico para traficar con estos productos. Estamos pasando por las mismas fases que en los inicios del tráfico de droga», explican las mencionadas fuentes policiales. «Lo que está claro es que cada vez las cantidades de anabolizantes que llegan son mayores y hay más grupos criminales dedicados a esto».
Presión social y vigorexia
En los primeros años de consumo de esteroides por parte de Ariel, ya se empezó a notar la presión policial sobre estas sustancias. España fue uno de los primeros países en adherirse en 2010 a Medicrime, una convención legal creada por el Consejo de Europa para luchar internacionalmente contra la falsificación de productos médicos. En 2018 ya se realizaban macrooperaciones, como la que acabó con el que fuera Míster Universo en 2003 detenido.
«Íbamos a una tienda de suplementación que también vendían (esteroides) hasta que hubo una redada, como en muchas otras tiendas que se dedicaban a vender cuando no pasaba nada, en teoría. Muchas acabaron cerradas», recuerda Ariel de una época en la que admite que ya percibía el riesgo del consumo, pero sin que el miedo le impidiera seguir haciéndolo.
«Eres medio consciente, como el que se emborracha por las noches o el que se está drogando indiscriminadamente, conoces los riesgos, pero no te importa», declara Ariel, que notó muy pronto cómo iba aumentando notablemente su musculatura, pero también la energía con la que podía entrenar y enfrentar el día a día en general. «No sé si llamarlo adicción, pero algo muy parecido, porque, cuando no lo usas ves una diferencia descomunal y dices: ‘Entre verme así o como estaba antes, prefiero verme como estaba antes'».
«No sé si llamarlo adicción, pero algo muy parecido, porque, cuando no lo usas ves una diferencia descomunal»
La vigorexia es un trastorno mental que suele conocerse en ámbitos médicos como anorexia invertida y que explica, en buena medida, el consumo continuado de sustancias como los esteroides anabolizantes. «Que alguien conozca los riesgos de una conducta no exime de que no lo vaya a llevar a cabo, porque todo depende de lo que llamamos el coste-beneficio y es evidente que cada vez hay una mayor preocupación por el cuerpo por la hipervisualización que hay a través de redes, personajes conocidos, etc.», explica José Antonio Molina, doctor en psicología, experto en el ámbito de adicciones.
A consulta de Molina llegan cada vez más pacientes con un diagnóstico de vigorexia, aunque admite que es un trastorno tremendamente difícil de tratar. «A veces es más fácil un cuadro de dependencia de cocaína, donde la persona sí tiene mayor conciencia de problemas, que en estos casos, que muchas veces vienen muy presionados por alguien cercano sin una clara conciencia de tener un problema», explica el psicólogo. «Si rascas un poquito, suelen tener muchos problemas de autoestima. Si intentas que desciendan respecto a estas conductas (de consumo de esteroides), empiezan a verse menos musculados y empiezan a sentirse mucho más pequeños ya a nivel puramente psicológico».
Llegada masiva de los jóvenes a los gimnasios
Ya sea por presión social o por un cambio cultural generado por muchos más factores, lo cierto es que los gimnasios están viviendo su edad de oro. En torno a un 16% de la población española va actualmente al gimnasio, frente al 7% que lo hacía a comienzos de siglo. Pero ese porcentaje alcanza el 40% entre los jóvenes de entre 14 y 24 años. Un aumento tan masivo de población a los gimnasios, los espacios de iniciación en el consumo de esteroides por excelencia, sería una explicación lógica y directa al posible incremento en el consumo de estas sustancias, especialmente entre una población joven generalmente desconocedora de sus consecuencias.
«Niños de 14, 15, 16 años en el gimnasio vienen a hablar contigo, te preguntan que cómo hacerlo, dónde consigues…»
Según los datos del informe 2024 del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones, del ministerio de Sanidad, la edad media de inicio de consumo entre los estudiantes que los han probado se habría reducido ya hasta los 14,1 años, aunque su prevalencia sigue siendo relativamente baja. Solo un 0,6% de jóvenes entre 14 a 18 años admiten haberlos probado alguna vez en la vida.
Ariel también coincide en que los ciclos son cada vez una opción más accesible para gente muy joven. «Niños de 14, 15, 16 años en el gimnasio vienen a hablar contigo, te preguntan que cómo hacerlo, dónde consigues…», declara. Han pasado ya 14 años desde su primer pinchazo de Winstrol. En este tiempo ha sufrido una operación por una ginecomastia -aumento de las glándulas mamarias-, subidas y bajadas del libido con cada ciclo y postciclo y algún pequeño desajuste en los valores de sus habituales controles de sangre.
Ahora lleva algo más de un año sin ciclarse por un motivo ajeno a su salud. Con todo, sospecha que volverá a pincharse esteroides. «No sé si después de esto volveré a usarlos, pero probablemente sí, porque, psicológicamente, es tan diferente el verte con uso y sin uso… Es una gilipollez, pero cuando vas a la playa, el verte que no estás como estabas antes ya te raya y dices: ‘No, tengo que estar como antes'».
Créditos de la nota: 20 MINUTOS
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