Una familia refugiada de origen sirio lleva más de tres años ocupando la vivienda de Basilia Rodríguez, conocida como Basi, y su esposo en Valdemoro. El impago del alquiler, que comenzó en 2019, dejó a los propietarios en una situación insostenible, con una hipoteca de 800 euros que no pueden cubrir. El conflicto, que ha pasado por los tribunales sin solución hasta ahora, comenzó tras lo que parecía un acuerdo seguro con una ONG que prometía respaldo económico y garantías legales.
El inmueble, ubicado en una urbanización de lujo con piscina y zonas ajardinadas, fue alquilado en septiembre de 2018 a esta familia siria a través de una organización que ayuda a refugiados. «Nos aseguraron que el alquiler estaría cubierto por el Estado y que ellos intervendrían si había problemas», explica Basi. Sin embargo, estas promesas quedaron en papel mojado cuando los problemas comenzaron.
El conflicto surgió a los pocos meses, con retrasos en los pagos. En octubre de 2019, la familia refugiada ya abonaba el alquiler de manera irregular, y para abril de 2020, habían dejado de pagar por completo. «Para nosotros, ese dinero era vital. Lo necesitábamos para la hipoteca, pero ya no contestaban ni llamadas ni mensajes», relata Basi. Al contactar nuevamente con la ONG, esta aseguró que tomarían medidas, pero «nunca hicieron nada y acabaron lavándose las manos».
El caso tomó un giro especialmente indignante cuando Basi descubrió que la familia refugiada recibía ayudas públicas que superaban los 2.000 euros mensuales, incluyendo ingresos para necesidades básicas, alquiler y educación, además de apoyos de la Cruz Roja. «Mientras yo trabajaba como mozo de almacén, ellos vivían mejor que nosotros. Me sentí humillada al ver carros llenos de comida entrando en mi propia casa».
Finalmente, en 2021, la pareja decidió llevar el caso a los tribunales, esperando una rápida resolución. Sin embargo, tres años después, la familia refugiada continúa ocupando el inmueble. «Ahora no creo en la Justicia. Pensé que nos apoyarían, pero aquí seguimos, pagando nuestra hipoteca mientras ellos disfrutan de nuestra casa».
Lo que comenzó como un acto de solidaridad hacia unos refugiados de origen sirio terminó siendo una pesadilla para esta familia, que aún no puede recuperar su hogar y siente que ha sido abandonada por las instituciones y el sistema judicial.
Con información de La Gaceta
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