En un contexto de creciente tensión comercial y evidente desequilibrio en las relaciones económicas entre la Unión Europea y Marruecos, se ha reavivado la polémica por los altos aranceles que Rabat impone a los productos españoles.

Aunque muchos creen que se trata de una medida reciente, lo cierto es que estos aranceles —que alcanzan hasta el 105% en algunos productos— están en vigor desde 2012, afectando a sectores estratégicos del comercio exterior español.
Según datos recientes, Marruecos grava con aranceles del 100% a trece productos españoles, del 86% a otros dos, y del 105% a uno más, una situación considerada desproporcionada frente al trato preferencial que recibe Marruecos por parte de la Unión Europea.
En contraste, Bruselas mantiene aranceles de entre el 0% y el 30% a la mayoría de los productos marroquíes.
El activista Miguel Rovira, conocido en redes sociales como @joveneeuropeo, ha denunciado esta situación de “desigualdad estructural” que favorece al país magrebí.
“Mientras la UE aplica aranceles del 0% a productos lácteos marroquíes, Marruecos impone tasas de hasta el 81% a los lácteos españoles.
En el caso de los aceites vegetales, el desbalance se repite: la UE no grava las importaciones desde Marruecos, pero Marruecos cobra un 40% a los aceites españoles”, explicó Rovira en un pódcast viralizado en redes sociales.
“Es inaceptable que mientras la Unión Europea promueve el libre comercio y la cooperación, Marruecos imponga barreras comerciales tan elevadas a nuestros productos.
Esto no solo afecta a nuestras empresas, sino que también pone en riesgo miles de empleos en el campo y en la industria agroalimentaria”, sentenció.
La disparidad no se detiene allí. Marruecos aplica un 20% a las frutas españolas, mientras que la UE solo grava con un 7% las frutas marroquíes.
En cuanto a cereales, Marruecos mantiene un arancel del 18%, frente al 0% que impone Bruselas a los cereales provenientes del Magreb.
La situación, que podría considerarse una guerra comercial silenciosa, se agrava en el contexto internacional de tensiones proteccionistas. Las políticas arancelarias globales impulsadas por Donald Trump, con tasas de entre el 10% y 25% a productos europeos, han generado un entorno de creciente incertidumbre comercial que ahora golpea con más fuerza a países como España, especialmente cuando sus propios socios regionales, como Marruecos, no aplican reglas recíprocas.
La pregunta es: ¿por qué la Unión Europea, en este caso de Marruecos frente a España se ha quedado callada?
La presión sobre Bruselas aumenta. Empresarios, sindicatos agrarios y voces en redes sociales exigen que se revise la política comercial hacia Marruecos y se imponga un principio básico de reciprocidad que proteja la producción nacional europea.
Mientras tanto, Marruecos sigue disfrutando de ventajas comerciales que no ofrece de vuelta.
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