París ha sido escenario de un hecho que hiere la memoria de las víctimas del terrorismo islámico en Europa y desata la indignación de quienes aún creen en los principios básicos de justicia y coherencia: Emmanuel Macron ha recibido en territorio francés a Abu Mohammad al-Jolani, cabecilla del grupo yihadista Hayat Tahrir al-Sham, la actual marca de la franquicia de al Qaeda en Siria.
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Se trata del mismo al-Jolani con un largo historial dentro de redes salafistas radicales, vinculadas a atentados que sembraron terror y muerte en suelo europeo: el 11M en Atocha (2004), la masacre del Bataclan en París (2015) y el brutal atropello en La Rambla de Barcelona (2017). Hoy, este individuo no solo pisa suelo europeo, sino que es recibido con total normalidad en salones diplomáticos.¿Qué cambió? Nada, excepto que ahora al-Jolani sirve a los intereses geopolíticos de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN en la región.Cuando el terrorismo deja de amenazar directamente a Occidente y empieza a ser útil contra enemigos comunes —como el gobierno sirio de Bashar al-Assad—, la etiqueta de “terrorista” se borra mágicamente y se reemplaza por la de “interlocutor”.
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