Los Talibanes y cómo el mundo naufraga sin Ley ni Orden – Por Rommel Veitia

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Talibanes en Afganistán
Foto: El País | HEDAYATULLAH AMID | EFE

Biden es el culpable por el desastre de la retirada mal estructurada…”,

“ El culpable es Trump porque no llevó a cabo la retirada…”, 

“El culpable es Obama por sus políticas internacionales blandas y complacientes…”

Sí, mucho de esto, hemos escuchado en medios de comunicación y en la opinión pública en general, pero en realidad, al final esos, son sólo nombres y maneras distintas de ver un mismo fracaso: el fracaso de occidente ante el extremismo criminal de los grupos terroristas islámicos. 

Si ponemos las cosas en perspectiva, de manera pragmática, la ocupación del territorio afgano no podía tener otro objetivo que el de sentar las bases definitivas para establecer una democracia sólida.

Este objetivo evidentemente no se logró y se ha traducido en uno de los fracasos más estrepitosos, no sólo de EE. UU sino de lo que significa la cultura de libertad occidental.

Los motivos son muchos para enumerarlos todos…

Desde soldados que sólo combaten por un sueldo, (lo que los acerca más a mercenarios que a una Fuerza Armada), pasando por tropas afganas, más preocupadas por drogarse con hachís que por patrullar, hasta un presidente que negocia con terroristas en vez de encarcelarlos, son muchísimos los motivos de este fracaso y la pregunta que surge entonces, es:

¿Cuál fue el verdadero objetivo de la operación “Libertad Duradera” firmada por George W. Bush el 07 de octubre de 2001 con la mirada complaciente del ahora presidente Joe Biden y muchos otros políticos? 

Si no se logró el objetivo, ¿por qué ésta retirada tan mal estructurada, tan lamentable y que se percibe más como una huida e incluso una traición, a la nación afgana y a Occidente?

El objetivo no era entonces la Libertad Duradera. 

No habían terminado de salir los primeros dos soldados cuando ya el gobierno chino estaba manifestando su apoyo a los Talibanes, seguidos de una Europa cobarde que de inmediato esbozaba su miedo tras esta frase: 

“Los talibanes han ganado la guerra, así que tendremos que hablar con ellos para iniciar un diálogo lo antes posible, con el fin de evitar un desastre humanitario y potencialmente una crisis migratoria”

Josep Borrell, Alto Representante de la Política Exterior y de (la parte más tragicómica del título) Seguridad de la Unión Europea. 

¿Cómo se dialoga con terroristas criminales? 

¿Cómo se lleva un diálogo con un grupo terrorista que considera a las mujeres como seres inferiores y que utiliza palabras como “azotes”, y frases como “lapidaciones públicas” dentro de sus normas de conducta?

¿Cómo se dialoga con un grupo de bestias salvajes y miserables que secuestran niños varones, para convertirlos en esclavos sexuales?. ¿Cómo negocias con un depredador pedófilo?  Si no me creen miren el segmento del programa Agárrate con la periodista Patricia Poleo donde Laura De Rosa explica, la desgracias de los “Bacha Bazi”,  una de las desgracias que se ciernen de vuelta sobre Afganistán.

La única negociación que viene a mi mente es determinar cuántas cadenas perpetuas deben purgar los talibanes; pero de seguro por eso, no soy el Alto Representante de la Política Exterior y de Seguridad de ninguna parte. 

El mundo necesita un policía.

¿Existe algún argumento válido para poner en duda este postulado? No lo creo y menos luego de las devastadoras imágenes que hemos visto desde Afganistán, gracias al grupo terrorista Talibán, muy amigo del Hamas por cierto.

¿Es acaso EE. UU ese policía? evidentemente ya no lo és pero,  ¿Debe serlo? 

Sé que este artículo está lleno de preguntas, más que de respuestas, pero cuando vemos al mundo transitar a uno de los momentos más oscuros de la historia, son demasiadas las interrogantes. 

Volviendo al cuestionamiento anterior, si bien un sólo país no puede ser la policía del mundo, la deuda que sí deja EE. UU con la historia, es la de liderar una iniciativa seria y coherente que le diga a los criminales, “Loud and Clear”:

“NO, ustedes no pueden hacer lo que les venga en gana con el mundo; porque la comunidad internacional NO lo va a permitir”.

Esta deuda es de todo el planeta y lo grave del asunto es que se sigue disfrazando de diplomacia la cobardía, la corrupción, los intereses personales y la ineptitud. Lo grave de todo esto es que pareciera que estamos en la cuenta regresiva para pagar estas consecuencias de una manera nunca vista. 

¿Para qué existe entonces la Organización de Naciones Unidas (ONU)?, 

¿Qué pasó con los cascos azules?, 

¿Para qué existe la Corte Penal Internacional (CPI)?

Otras preguntas sin respuesta. 

Un grupo de señores gordos en traje redactando comunicados, lucen poco menos que estúpidos ante una horda de criminales sádicos y despiadados con armamento de guerra, asesinando y golpeando periodistas y civiles mientras festejan su “triunfo”. 

Son organismos que cuestan millones de dólares a las naciones del mundo, es decir, a tí que lees esto y que con tus impuestos financias a unos señores que no van a mover un dedo si tu país es secuestrado mañana por terroristas. 

¡Esto tiene que cambiar ahora mismo!, 

Como dijera el gobernador de florida exhortando a la población a evacuar cuando el Huracán Irma:,  ”Not tonight, not in an hour”, tenemos que actuar “right now”, porque la cruda verdad es que esto se va a poner mucho peor antes de mejorar…

Rommel Veitia

Periodista, Consultor de Marketing y Comunicaciones, Director Repúblicos TV, Columnista en The Freedom Post.

Co-Host: EnContra2

Twitter: @RommelVeitia

Instagram: @rommel_veitia

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