El sistema de partidos en Venezuela es fundamentalmente de base colectivista. Algunos en su versión salvaje, violenta, espuria; otros juegan a la versión democrática donde practican la tiranía de las mayorías. Ninguno tiene la pretensión de ayudar al país, solo simulan!
A través de los años y el sistema “educativo” a los venezolanos se les vendió la falsa conciencia de libertad. La idea de la democracia como una vía posible al desarrollo es una falacia difícil de erradicar de la vena política del país, pues su adn 🧬 político está comprometido.
Si bien es cierto que la democracia viene siendo mejor que la tiranía, no hay mejor sistema político que el “Rule of Law”, es decir: La República. En dicho sistema las leyes se imponen a los deseos de los hombres. En las República por “ley” se entiende aquella norma justa, es decir, sin apartheid. Por el contrario, la democracia a derivado en un sistema de normas donde se castiga de acuerdo a criterios étnicos, de género, colectivos; donde ocurre qué hay privilegios de tipo social y económico; y que además, carecen de del sentido de justicia y, aún emanando éstas legítimamente del proceso legislativo: objetivamente no se les puede denominar “ley”.
Obligados por el actual sistema y el proceso legislativo resultante del mismo, si hubiera que llamarlas de acuerdo a lo establecido por quienes controlan dicho sistema; habría que catalogarlas como “leyes malas”. De estas leyes malas se benefician todos aquellos amigos, conocidos, socios, y familiares de quienes manejan el Estado.
De todo lo escrito anteriormente se infiere que, habiendo quienes reiteradamente pegan gritos de libertad; al no plantear todas estas cuestiones de fondo, como lo hemos hecho en este escrito, no saben sino ser esclavos del sistema. Peor aún, hay para quien el sistema representa su forma de vida y garantía de estabilidad social y económica.
Cuando me refiero al sistema no solo quiero plantear el tema del gobierno de turno, como erróneamente piensan algunas personas; sino que también, hago enfasis en que se trata de una cultura, esquema lógico de pensamiento, forma de vida y hasta interpretacion de religión. Y por supuesto, todo ello plasmado en un territorio y forma de Estado.
Las fronteras, se dicen son líneas imaginarias, elementos del relieve, e hitos dispuestos por los hombres para separar Estados. Sin embargo, hay que pensarlas mucho más allá, al campo de lo abstracto: separan mundos, civilizaciones. Ejemplo; México y los Estados Unidos, o las dos Coreas. El primer ejemplo refiere antagónicos en cuanto a origen, lengua, cultura, y hasta interpretación de la religión. El segundo, comparten una misma raíz y hasta la sangre. Sin embargo el resultado en ambos casos es que hay demostración empírica de la influencia de las ideas en el sistema.
Poco tendrán en común los norteamericanos de los coreanos del sur; y poco menos habrá de homogeneidad entre los mexicanos y los norcoreanos. Pero las ideas universales de la economía y el planteamiento de un esquema no colectivista hacen del sistema en los Estado Unidos y Corea del Sur exitoso en comparación con el mexicano y menos todavía con el norcoreano.
Quienes insisten en la igual social como meta política esconden en sí mismos el deseo profundo de continuar la sociedad tribal, primitiva, de escasez y distribución de recursos finitos; donde la idea de la creación de riqueza y producción en masa es inexistente. Pertenecen a un ser social no evolucionado; atrapado en el pasado y, que además, lucha contra el ingenio porque teme salir de la caverna ideológica donde se encuentra atrapado. Es enemigo de todo avance, y lastre para el desarrollo de nuestros países. Pero son ellos lo que siguen siendo los conductores de nuestros destinos, hacedores de la legislación; porque quienes han sido alumbrados con las ideas de la libertad poco han comprendido la dinámica del poder. Es más, renunciaron a participar de la política.
El haber renunciado a la política nos condena a ser víctimas del tribalismo bárbaro que concibe para sí mismo un sistema Político social colectivista y negacionista de todo cuanto pueda concretarse en una idea real de libertad y prosperidad. Esa es mi razón en no abandonar los espacios de la política, y menos aun podría creer en el colectivismo, y por ende tampoco en la democracia porque ella es su instrumento sutil para crear una falsa conciencia de libertad; creo en la República donde gobiernan leyes y no sentimientos de hombres, donde las reglas son para personas y no para colectivos.
Abogo por un constante Evangelización en cuanto al sistema de libertades políticas, civiles y económicas; desintoxicación social para combatir a las ideas colectivistas que nos mantienen en el atraso, la violencia, y la miseria moral.
La agenda que me he propuesto está clara, sin distracciones coyunturales. Atrévete y súmate a esta iniciativa de libertad para tu sector, municipio, región y país.
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