«Daña todo el tejido social y la actividad económica»: los efectos de la crisis energética en Cuba

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Horas después de decretarse la «emergencia energética» en Cuba y de la paralización de todas las actividades laborales estatales no indispensables, sumado al cierre de escuelas y la suspensión de acciones culturales y recreativas, la isla experimentó una desconexión total del Sistema Electroenergético Nacional de la que aún no se recupera.

Según lo informado por el Ministerio de Energía y Minas (Minem), la salida imprevista de la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras, ubicada en la occidental provincia de Matanzas, provocó el apagón en la red eléctrica nacional. De acuerdo con la Unión Eléctrica (UNE) en algunas zonas de La Habana y del resto de las provincias se comenzó a restablecer el servicio este 19 de octubre.

Para Luis René Fernández Tabío, doctor en Ciencias Económicas, profesor titular y estudioso del Centro de Investigaciones de Economía Internacional de la Universidad de La Habana, la actual situación tiene, entre otros factores, la estanflación—definida como el estancamiento de la economía y la inflación— y la guerra económica impulsada por Estados Unidos.

«El recrudecimiento de las medidas unilaterales, sumado a la realidad turbulenta de un mundo en transición, azotado por tensiones geopolíticas e intensas contiendas bélicas, para muchos, incluso, en camino a una Tercera Guerra Mundial contribuyen a la conformación de una tormenta perfecta que desató la emergencia energética en la mayor de las Antillas», indicó el especialista a Sputnik.

Durante su comparecencia del 17 de octubre—el día considerado como en el que más afectaciones se registraron en lo que va de 2024—, el primer ministro, Manuel Marrero Cruz, aseguró que la principal causa del complejo escenario actual resulta la escasez de combustible, unido a la obsolescencia de la infraestructura y el incremento de la demanda.

Refirió, asimismo, la existencia de un programa estatal para atender la problemática que incluye una progresiva recuperación de las termoeléctricas, el aumento de la producción del crudo nacional y el empleo de fuentes renovables de energía, con el fin de eliminar de manera progresiva la dependencia de los combustibles fósiles.

Consecuencias de la crisis

El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, aseguró en la tarde del 18 de octubre, durante una supervisión al sistema eléctrico nacional, que «no va a haber descanso hasta que restablezcamos totalmente el sistema» y que «se va a trabajar con toda la precisión, con toda la entrega y con toda la constancia para hacerlo».

Desde este 18 de octubre, el país asumió un proceso paulatino y seguro encaminado a la restauración del servicio mediante la habilitación de islas con motores de la generación distribuida, para hacer llegar el suministro eléctrico a unidades termoeléctricas y que estas puedan entrar de inmediato en funcionamiento. Además, se incrementó el suministro de combustible a las plantas de generación distribuida y de generación móvil (patanas).

De acuerdo con Fernández Tabío, esto resulta a nivel social «muy traumático para el pueblo y daña todo el tejido social y la actividad económica, pero no puede afirmarse que sea una gran sorpresa, pues las condiciones de partida estaban dadas como resultado de la conjugación entre el estancamiento económico y la inflación, y el cruento bloqueo estadounidense contra Cuba, fenómenos estrechamente interrelacionados».

A su juicio, «la gota que colmó la copa parece haber sido el mal tiempo que dilató la llegada de combustibles importados, sumado a todas las dificultades financieras del país, factores que imposibilitan aliviar el déficit de capacidad generadora de un sistema electroenergético envejecido y sin capacidad de cubrir la demanda nacional con estabilidad».

El académico mencionó otras dificultades que «empeoraron esta realidad de modo considerable»: la ausencia de gas licuado para la cocción de los alimentos representó un incremento de 250 megawatts en la demanda de electricidad, así como el aumento del consumo residencial y en pequeños negocios, tras la instalación de equipos de refrigeración y aire acondicionado.

«Dado el carácter estructural del problema y las restricciones financieras internas y externas, no cabe esperar soluciones inmediatas, aunque en los próximos días se logre recuperar el suministro de combustible importado para la llamada generación móvil y distribuida», subrayó el investigador cubano.

En su consideración, «la estrategia a corto plazo anunciada por el Gobierno consiste, principalmente, en el crecimiento de la participación de la energía solar fotovoltaica, pero los resultados de este plan no comenzarán a ser perceptibles hasta por lo menos un año, si todo marcha según el plan», concluyó.

¿Cómo se afecta la economía?

Por su parte, el economista cubano Omar Everleny Pérez, asesor académico del Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo y exprofesor de la Universidad de La Habana, aludió además a la falta de inversiones: «Hace mucho tiempo debió dársele mantenimiento general a las viejas termoeléctricas y adquirir las piezas adecuadas».

En opinión del experto, es preciso «un plan emergente de financiamiento y un balance adecuado respecto a la construcción de hoteles y el gasto de energía que esto supone», pues, «la producción de electricidad debe crecer siempre un 10% por delante del resto para que exista una respuesta adecuada frente al desarrollo de las actividades».

«La energía limpia es una estrategia viable, pero para llegar ahí es imprescindible una cobertura general del país en base a termoeléctricas, y luego prescindir de esas estructuras, en la medida en que crezca la energía solar fotovoltaica, prevista a partir de 2025. No obstante, hay que buscar soluciones ahora», argumentó.

Esta crisis energética, más relacionada con los prolongados apagones, impacta de manera directa en la productividad del trabajo: «Un individuo que no pueda dormir cómodamente, como consecuencia de las altas temperaturas presentes en Cuba y los mosquitos, al otro día no va a rendir en su empresa».

Everleny Pérez agregó que la electricidad es la «base de todo», por tanto, la ausencia de la misma conlleva a la paralización de las fábricas y a la imposibilidad de generar nuevos productos. «La afectación económica es muy grande», destacó, también para los privados, «que producen recursos y contribuyen a la reducción del déficit fiscal con el pago de impuestos».

El especialista subrayó que la mayor de las Antillas necesita, en un plazo de dos o tres meses, la búsqueda, por alguna vía, de financiamientos externos.

«La normalización del sistema eléctrico supone muchos recursos, pero debemos tomar medidas radicales; llevamos unos cuantos años en esta situación, la población está exhausta y eso puede convertirse en un desenlace social que no queremos», dijo.

El 17 de octubre, 51% del país caribeño quedó a oscuras y la Unión Eléctrica (UNE) anticipaba para el día siguiente la suspensión del 49% de la cobertura. El apagón afectó al 100% de la isla. El director de electricidad del Minem, Lázaro Guerra, presentó los resultados de la investigación de las causas de la salida de la termoeléctrica Antonio Guiteras.

Créditos de la nota: SPUTNIK MUNDO

Danay Hernández

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